Las consecuencias de toda pérdida auditiva suelen ser complejas.
Muchos aspectos de la vida diaria van siendo cada vez más difíciles y desafiantes:
conversaciones con los seres queridos, reuniones, llamadas telefónicas, ver la televisión. En
muchas ocasiones, las personas con pérdida auditiva acaban retrayéndose y aislándose
socialmente. Su calidad de vida empeora notablemente.
Se ha demostrado en algunos estudios que las personas con pérdida auditiva que no utilizan
audífonos se sienten más tristes, con miedos y ansiedad que los que sí utilizan audífonos.
Dejan de participar en sus actividades sociales y se vuelven inestables emocionalmente y
con problemas para concentrarse.
Por otro lado, en esos estudios también se ha demostrado que los usuarios de audífonos
notan que mejora enormemente su calidad de vida tan pronto como comienzan a utilizar
audífonos. Mejoran sus relaciones familiares, tienen más autoconfianza y mejoran su
independencia y seguridad.
Si no se corrige la pérdida auditiva, pueden aparecer problemas físicos como cansancio o
fatiga, dolores de cabeza, vértigos y estrés.
No hay motivo inevitable de que la pérdida auditiva sin tratar provoque estos síntomas pero sí es verdad que se han observado en muchos casos. Si sufre pérdida auditiva y reconoce algunos de los síntomas descritos, debería acudir al otorrinolaringólogo.